jueves, 2 de junio de 2011

Días Grises (Parte V)

Sus ojos se abrían lentamente como si no quisiera despertar. Cuando lo hizo se sorprendió al darse cuenta de donde estaba. No sabía  cómo había llegado a parar a la sala de Jerson.
En el sofá de al lado se encontraba Gino, que roncaba de un modo estrepitoso. Pablo no entendía como pudo conciliar el sueño con semejante ruido.
Decidió despertarlo y lo hizo lanzándole el cojín que le había servido como almohada la noche anterior.
Esto fue suficiente para lograr su cometido.

-¿Y los demás?
-Yo que sé. ¿Tengo cara de niñera acaso?

Gino parecía algo disgustado por la forma que su compañero le había hecho ver la luz del día.

-Ya pues. Yo sé que sabes.
-No dejas dormir y encima jodes. Jerson debe estar descansando en su cuarto y Bryan creo que se quedó a dormir en la habitación de los viejos del “Finta” (Así le decían a Jerson por la fama que tenía de ser muy locuaz con las mujeres).
-Ah. Creo que iré a levantarlos para que me cuenten que paso ayer, ya que no recuerdo nada.
-Que vas a recordar con la borrachera que te metiste. Mejor déjalo ahí. A menos que te guste saber que hiciste el ridículo.
-¿Tanto así?
-Si quieres puedo entrar en detalles.

En ese momento Pablo recordó algo de la noche anterior.

-Recuerdo que nos encontramos con la china Melissa y sus amigas, y estuve bailando con una de ellas que no recuerdo su nombre.
-Se llama Samantha. Y me pareció o antes de despedirse te dio su número.
-¿Ah sí?

Se fijó en su billetera, que se hallaba en su bolsillo de atrás, y encontró un papel con 9 dígitos.
-¿Este debe ser no? – Frotándole el Papel en la cara a su compañero-.
-Sí, fácil. Ni creas que fuiste el único que la hizo-Gino le mostró un papel similar- Todos ganamos ayer con los fonos. Quedamos  para iniciar las vacaciones como Dios manda y nos vamos de campamento los ocho.
-¡Wow!. Que buena noticia. Ya era hora que ligues alguna incauta.


Gino se encontraba a punto de responderle cuando bajo Jerson corriendo por las escaleras y se lanzó contra este de forma violenta.

-         No te dijimos que tú dormías con Fido. ¿O qué, te botó porque tenía miedo a que le contagies pulgas?
-         ¡Oe ya dejalo! Pobrecito. No es suficiente con que no lo quieran recibir en su casa, sino que tú también lo botas de la tuya.
-         Pero es que este brother incomoda hasta cuando duerme. Sus tremendos ronquidos se escuchaban hasta mi cuarto, no sé como tu siesta fue de lo más placentera. Por mi parte tuve que dormir con tapones en mis oídos.
-         Hablando de sueños placenteros.¿Bryan aún duerme?
-         Para ese won aún es medianoche. Vamos a despertarlo Pablo.-Sugirió Jerson-.Y tu Gino fíjate si mi perro tiene hambre para que le des de comer.

Gino hizo oídos sordos a la broma del “Finta” y prendió la Televisión para así distraerse hasta que sus compañeros volvieran.

-No deberías molestarlo tanto, si un día de estos no se suicida ingresará a la universidad con una pistola y disparará a quemarropa a todos, y al primero en apuntar será a ti.
-No creo que sea para tanto.
-De ahí no digas que no te lo advertí.


Cuando entraron a la habitación, vieron que Bryan se hallaba recostado en una posición poco común, como si el sueño le hubiese empujado por la espalda hacia la cama y este no hubiese tenido fuerzas para luego moverse.

-Nunca imaginé que Bryan durmiera de una forma tan rara,-Comentó Pablo a Jerson-.
-Yo tampoco creí que te gustara tanto el licor y mírate.
- Me excedí un poco pero no es para tanto.
-¿Un poco?. ¿Tienes presente las cosas que hiciste?
-No del todo. Gino estaba ayudándome en eso, hasta que diste la idea de levantar a Bryan.
-Entonces hagámoslo rápido para que tenga el honor de ser él quien te cuente la historia completa.


Pablo incitaba a su amigo a levantarse, pero este sólo se revoleteaba en la cama y se iba cubriendo cada vez más con la sábana. Fue entonces que Jerson apareció con un vaso con agua y lo roció encima de la “Urraca”.

Bryan despertó sobresaltado.

-¿Qué te sucede imbécil?
-Ya vamos a servir la cena y sigues en la cama. Ya levántate o esperas servicio a la habitación.
-¿Siempre tratas así a la visita?
-Sólo en algunas ocasiones.
-Bueno, te enseñaré a cómo hacerlo.
-Inténtalo.

Pablo no era bueno calmando conflictos, más si él no intervenía esa situación acabaría más que mal.


-Ya cálmense. Pareciera que no somos patas.
-Lo mismo digo. ¿Crees que porque estamos en tu casa puedes hacer lo que se te venga en gana?o ¿es que la resaca te pone conflictivo?
-Creo que un poco de ambas.- Respondió Jerson en tono desafiante-.
-Bueno me voy. Mátense si les da la gana.
- No, quédate. Él que se va soy yo.- Dijo Bryan- No soporto niñerías y mucho menos estupideces. Creí que con las de Gino eran suficientes.
-Me dices estúpido y te vas. Yo también creí que el único cobarde era el taradito de abajo, pero veo que hay 2 en el grupo.
-Piensa lo que quieras. Hablamos.

Sin siquiera enjuagarse el rostro Bryan bajó al primer nivel para avisar a Gino que se iba.

-¿Qué esperas para ir detrás de él?
-Tienes razón. Parece que sobro. Avísanos cuando se te pase.- Respondió Pablo y fue a darle alcance a la Urraca.


En el primer piso se hallaban esperándolo sus otros dos compañeros. Ni bien vieron venir a Pablo abrieron la puerta y se retiraron, sin agradecer la “hospitalidad” de la noche anterior.


En el camino al paradero, Bryan y Gino empezaron a criticar el comportamiento del “Finta”.


-Conmigo nunca había hecho una broma de ese tipo.
-A mi sí algunas, pero lo de hoy si fue insoportable- Respondió Gino ante el comentario de la Urraca-.
- Yo nunca lo había visto así. Fácil y como es la primera vez que despierta acompañado, ha querido parecer divertido, mas no le salió.
-Sí eso debe ser. Y conociendo lo orgulloso que es, pasarán varios días hasta que pida unas disculpas, si es que lo hace.
- Ya chicos déjenlo ahí. Él se va a dar cuenta de su mala actitud y verá como reconciliarse con la gente.- Sentenció Pablo-



 En el paradero se despidieron de Gino


-         Bryan ya fue. No te hagas más hígado. Mas bien cuéntame que cosas hice ayer.
-         ¿Qué tipo de cosas?
-         No te hagas. Mi comportamiento no fue el de siempre, y sabes que fue por efecto del alcohol.
-         ¿Ahora yo tengo la culpa porque te sugerí que bebieras un poco para que entraras en onda?
-         No nada. Esa borrachera la necesitaba, pero hay cosas de las cuáles me gustaría acordarme.
-         Créeme que preferirías no hacerlo.
-         Esa es cuestión mía por favor necesito recordarlas.
-         Si me veo en la penosa necesidad de tener que decírtelo, lo haré.
-         Si que te haces de rogar. De todos modos le preguntaré a Gino si es que tú no quieres decirme que ocurrió.


Pablo se disponía a bajar en su paradero de siempre sin despedirse de su compañero. Avanzó a la puerta de adelante del bus para indicarle al cobrador que se disponía a descender en la Av. Mirasol.


En ese preciso instante Bryan lo tomó del hombro y le dijo: “Esta bien, tú ganas”.

Ya en el asiento.

-Hubiese preferido no hacerlo, pero viendo que no hay otro remedio y eres una niñita resentida.
-Te golpearía por lo de niñita resentida, sin embargo no lo haré hasta que termines de contarme.
-Primeramente sabes por qué no quiero refrescarte la memoria.
-¿Por?
-Porque tiene que ver con … ya te imaginarás.
-¿Cami..?
-Sí, ella. Y realmente no quise pecar de importunado la otra vez, pero sé que ocurrió algo relacionado con ella y te noté algo decaído. Mas a los días te sentí otro, con ganas de olvidarla, de dejarla en tu pasado.
-Eres un excelente observador.
-Lo sé. Y es por eso que no quería decirte que ayer como Gino y Jerson se demoraban mucho en salir del baño, decidí ir a buscarlos y por un momento te hice descansar en una silla porque tu estado era desastroso y no podías siquiera mantenerte en pie. Cuando volví con los chicos al no encontrarte en la silla donde te había ubicado, medio que nos preocupamos pero no pasó a mayores porque sabíamos que no podías haberte ido muy lejos. Nos dividimos para buscarte mejor pero nada, ninguno de los pocos que quedaban recordaba haberte visto. Allí fue cuando realmente me alarmé un poco, sentí algo de culpa por haberte dejado a solas en esa situación. Hasta ese entonces sólo te habíamos buscado en los adentros de la disco. Salí por si las dudas- hasta ahora no entiendo por qué no lo había echo antes- sin muchas esperanzas de encontrarte, y fue allí cuando te vi. Tu estado no era tan alarmante más sí tu mirada. Tenía algo de furia y un poco de recelo. Talvez me confunda en describirla pero nunca antes había visto una mirada similar. Y peor aún si te digo que estabas fumando.
-Eso si no te creo- Pablo contradijo-. Desde hace años que dejé de hacerlo.
-No gano nada mintiéndote. Y está en ti creerme…. ¿Dónde me quede? ¡Ah sí! Al verte fumando y con esa mirada toda furibunda opté por contemplarte un rato a ver si te percatabas de mi presencia mas nada. En eso vinieron Gino y Jerson y también se sorprendieron de la escena tan peculiar que veíamos. No entendíamos cómo de tambalearte al caminar estabas allí bien parado y dándole hasta la última piteada posible a tu pucho. Después de un par de minutos volteaste, tu mirada volvió a ser la de siempre y sólo dijiste: “La vi”.
-¿Sólo eso?
-Dijiste que cruzaron miradas, quisiste acercarte pero algo en ti se paralizó. Al parecer ella también te reconoció porque buen tiempo no despegaron sus vistas uno del otro.
-¿Y estaba sola?
-No, estaba con un grupo de amigos según lo que contaste. Te veía como diciéndote que te acercaras pero la impresión era tan grande que tu cuerpo seguía inmóvil. Luego una amiga se le acercó y se marcharon junto a sus demás amigos.
Fue en eso que tus sentidos volvieron a ti., aceleraste el paso para darle el alcance pero la calle estaba más que desierta. Lo de tu cigarro si no lograste explicarlo, pero creo que dijiste que una chica que salía te ofreció uno. Aunque en realidad eso no es de importancia.


El rostro de Pablo lucía confundido

Bryan hizo una pausa para que su amigo pudiera decir algo, ante la historia que le había contado.

Luego de notar que el silencio de Pablo se promulgaba por ya bastante tiempo decidió proseguir.


-         ¿No tienes nada que decir al respecto?
-         Sí.
-         Dilo pues o ¿prefieres que adivine?
-         No creo que haya sido ella.
-         ¿Por qué lo dices?
-         Luego que me has contado, he podido recordar ciertas cosas, una de ellas fue la sensación de anoche.
-         ¿Y?
-         No fue la misma, fue similar más no idéntica.
-         ¿Eso quiere decir que?
-         No fue ella, sino alguien que le es muy parecida…

miércoles, 20 de abril de 2011

¿Realidad o espejismo? (IV Parte)

Íbamos a vivir toda la vida juntos. 
Íbamos a morir toda la muerte juntos. 
Adiós. 
No sé si sabes lo que quiere decir adiós. 
Adiós quiere decir ya no mirarse nunca, 
Vivir entre otras gentes 
Reírse de otras cosas, 
Morirse de otras penas. 
Adiós es separarse, ¿entiendes?, separarse, 
Olvidando, como traje inútil, la juventud. 
¡Íbamos a hacer tantas cosas juntos! 
Ahora tenemos otras citas. 
Estrellas diferentes nos alumbran en noches diferentes. 
La lluvia que te moja me deja seco a mí. 
Está bien: adiós. 
Contra el viento el poeta nada puede. 
A la hora en que parten los adioses 
El poeta sólo puede pedirle a las golondrinas 
Que vuelen sin cesar sobre tu sueño.
Manuel Scorza













El examen estaba a punto de iniciar y Pablo que no llegaba. ¿Es qué esta vez habría estudiado para la prueba de Lingüística?
¿Quién sabe?, se decía Bryan, que llevaba buen tiempo con las respuestas, y ya las había distribuido por el salón, mas aún tenía una copia por si su mejor amigo la necesitaba.
En eso avistó que Pablo ingresaba al aula, su caminar no era para nada apresurado y “La urraca” asumió este hecho a que su compañero había dado un buen repaso de las separatas. Mas en la mente de Pablo poco o nada de las clases cabía en ese entonces. Si bien la noche anterior no había conciliado el sueño, el motivo de su desvelo no tenía nada que ver con los exámenes, sino con un tema mucho más delicado, Camila.
 La noticia recibida la tarde anterior le hizo ver la realidad, esa que le costaba tanto aceptar. Fue así que se dio cuenta del abismo en el que se hallaba, y que no conseguiría salir de este, si es que no decidía olvidarla para siempre.

Se propuso a rememorar cada momento juntos por última vez, expulsar todas las lágrimas que sean convenientes y apartarla de su vida. Cabía la posibilidad que no lo consiguiera, pero pondría todo de si por lograrlo. Atrás quedarían las esperanzas muertas y la espera eterna, era tiempo de un cambio, y este empezaría cuando esa noche acabase.

Al pasar por el asiento de Bryan, Pablo lo saludó de forma efusiva con un fuerte apretón de manos. No dio tiempo a que Bryan se sorprenda de este hecho, ya que al mismo instante tomaba la hoja de respuestas y se dirigía al último asiento de la fila, que era el único que se hallaba vacío.
 Aún sabiendo que ya no había tiempo de memorizar las respuestas, Pablo puso empeño por grabar todo lo que le fuera posible.
A los pocos minutos la profesora Lorena Buendía hizo su entrada y de inmediato pidió que se guardaran  las cosas que se hallaban encima de las carpetas.
Pablo se consoló con la idea, que de todas formas ese curso ya lo tenía aprobado.


Gino, Jerson y Bryan terminaron la prueba simultáneamente en menos de quince minutos. Pablo como para no perder la costumbre, imitó la acción de sus compañeros, a pesar que en su examen lo único resuelto era su nombre, turno y las preguntas para marcar que sí había logrado grabarse.

Antes de ir con destino al paradero, Pablo y su grupo de amigos decidieron hacer hora en un PlayStation que se hallaba en frente. Jugaron por una hora FIFA y luego se marcharon.
Empezaron a conversar acerca de temas triviales, hasta que Bryan soltó una pregunta para el grupo.

-         Mañana fin de ciclo. La hacemos en el tono de cachimbos. ¿Cierto?
-         Obvio. La china Melissa dice que llevará buenas amigas. – Respondió Gerson-
-         Oigan. Pero me quedo en la casa de alguno de ustedes pues. Es que  para regresar a mi casa a esa hora, no hay taxi. -Dijo Gino-
-         Ya normal. Te quedas. Fácil y Fido te abre un campito.


Todos rieron.

Las respuestas estaban dadas, y nadie esperaba una de Pablo, puesto que esta ya se conocía de semanas atrás. Y era un “No” rotundo.
Mas cuando la conversación parecía concluida, Pablo agregó un comentario.

-Todavía queda una vacante para mí ¿No?
-Pues claro hermano- Respondió Bryan en tono alegre-
 Iba a cuestionar el por qué de este cambio repentino, pero sabía que al entrar en pormenores posiblemente altere en algo su decisión, y por eso evitó hacerlo.
Al igual que los otros dos, que se dieron cuenta del detalle y prefirieron que pase “desapercibido”.
-         Traigan su ropa y después del examen se alistan en mi casa- Sugirió Gerson-.
-         Ya bacán. Así quedamos, entonces.

Luego de despedirse de sus compañeros, Bryan y Pablo platicaron en el bus, pero en todo momento “la urraca” evitó tocar el tema del cambio de planes de su amigo. De todos modos, conocía la respuesta o a quién estaba ligada esta.
Se dijeron adiós, no sin antes que Pablo le pidiera que le guarde un asiento para el examen de mañana.

La prueba del día siguiente fue la misma rutina que todos los días. Al culminar con esta, se dirigieron ala casa de Gerson. Sus padres vivían en el extranjero y debido a esto la casa entera estaba a disposición del grupo de amigos.
Se cambiaron e hicieron hora hasta que llegara la noche. Cuando el reloj marcaba las diez y media, salieron con destino a la discoteca Oz, ubicada en San Miguel, en donde estaba prevista la fiesta de cachimbos.


Al llegar notaron que el lugar se hallaba repleto, y esto los dificultaría en su afán de divisar algún rostro conocido. El dj. Y esas pistas raras que combinado  a las luces psicodélicas del ambiente y los tragos que muchos ya tenían encima, hacían estallar en delirio a los presentes.

Gerson le dio una llamada a Melissa para ver donde se encontraba, y luego de darle su posición fueron a darle el encuentro.
Tal como se lo había prometido a sus compañeros, Melissa se hallaba rodeada de tres hermosas amigas a quienes presentó al grupo. De inmediato Gino y Bryan empezaron a platicar con dos de ellas, en el caso de Gerson se acercó a la barra a pedir unos cuantos cócteles para las féminas y muchas cervezas para ellos.
 Cuando este retornó, empezó a charlar con Melissa y minutos después ambos se hallaban en la pista de baile. Gerson y Bryan siguieron su ejemplo e invitaron a bailar a sus respectivas parejas.


 Fue así que Pablo quedó a solas con Samanta, una chica de ojos verdes que se veían alucinantes en ese ambiente, una cabellera de esas que se ven en las propagandas de shampoo y un rostro angelical. Hasta ese entonces, no habían cruzado ni una sola palabra, y se podía percibir cierta incomodidad por parte de ella, al ver a todas sus amigas divirtiéndose y en su caso no.
Pablo se hallaba más preocupado por el trago que ya se acababa, que por la persona que tenía al lado. Fue entonces que ella intentó iniciar alguna charla.
Pero él con sus respuestas cortas y mostrando ningún interés por seguir la platica terminó por sacarla de sus casillas.
Cuando el grupo retornó a su espacio, Bryan pudo percibir que algo andaba mal. Le hizo una seña a Pablo para que lo acompañe al baño, y este le siguió.


-¿Qué pasa?
-Nada, ¿por?
-¿Has venido a divertirte o qué?
-Sí, pero con ustedes. No con ellas.
-En verdad no te entiendo Pablo, soy tu mejor amigo y quiero hacerlo, pero a veces siento que no puedo.
-No te preocupes, no eres el único.
-¿Sabes?, somos tus amigos, y queremos lo mejor para ti. Te hemos repetido que tienes que dejar atrás tu pasado, hay muchas cosas que no te he contado del mío, y que  si continuara sufriendo por ellas, dudo mucho que estaría conversando aquí contigo.
-Sí te entiendo, y sé que estoy en falta, pero no me nace socializar con alguien que no me interesa.
-Bebe, eso te ayudará a darte ánimos, no existe pena que el alcohol no pueda curar.
-Esta bien, pero consigue más trago que ya se terminó.
-Ok.


Pablo fue donde se hallaba el grupo y se ubicó al lado de Samanta.
Bryan llegó a los pocos minutos con más licor, para animar así a su amigo. Este quiso retomar la conversación con la ojiverde, mas la apatía que lo consumía hace poco parecía haber cambiado de dueño.
Intentó darse ánimos con las cervezas recién llegadas, para ese entonces, ya había secado varias botellas. Nunca antes había bebido tanto, a lo mucho un par de vasos como para brindar, pero la cantidad de ahora era mucho mayor y ya le estaba empezando a afectar.

Hizo luce de sus estudios de comunicación y un poco de la picardía causada por el alcohol, y terminó por aplacar el temperamento hostil de Samanta.
Conversaron de cualquier tontería y se dirigieron a bailar, cuando lo hicieron sus amigos, sobretodo Bryan, no pudieran esconder la alegría que este hecho les representaba.

Él se acercaba a su oído y le susurraba cosas que la hacían reír y sonrojarse al mismo tiempo.

A la vez que bailaban, Pablo seguía ingiriendo alcohol, parecía ser verdad que la bebida ahogaba las penas, y el quería acabar con eso de una vez por todas.
La picardía seguía, pero ahora venía acompañada de cierto mareo y algo de nauseas.
La hora seguía su curso y Melissa anunció que pasaba a retirarse con sus amigas. El grupo de chicos las embarcó en un taxi y decidió seguir con la juerga.
Aún con los mareos y todos los estragos Pablo seguía bebiendo, a pesar que sus amigos le habían pedido que haga un “chepa”.
A los pocos minutos este se dirigió al baño y los demás lo siguieron, para nadie fue sorpresa cuando este expulsó  violentamente lo que había en su estómago. Bryan lo sostuvo y le alcanzó P.H. Luego de esto decidieron que lo mejor sería marcharse, ya que aparte del mal estado de Pablo, ya no quedaban muchas personas en el lugar.
Pablo se tambaleaba al momento de caminar, la cabeza le dolía a miles, el vértigo que sentía era una experiencia nueva, que esperaba nunca más sufrir.
Bryan hizo que se sentará, mientras los demás salían del baño.

Su cabeza le daba vueltas y se podría decir que hasta veía casi doble, dirigió su mirada hacia la salida, y se topó con alguien que le resultaba familiar, un rostro que se le hacía conocido.

Había algo raro en esta persona.

Se despedía de su grupo de amigos, pero no perdía de vista a Pablo. Este intentó acercarse para así reconocerla, pero sintió que sus pies ya no le obedecían.
Qué raro, quién es, se preguntó. El personaje se había marchado, cuando  Pablo se dio cuenta de todo.
“Esa mirada, ese cabello, esa sensación. No puedo confundirme, era Camila”.

lunes, 4 de abril de 2011

Más de nada... (Parte lll)

Se hallaba en la semana de exámenes finales, pero poco o nada de importancia le prestó a repasar sus separatas.  Sabía que  de todas formas ya había pasado el ciclo, e inclusive contaba con qué los estudiantes del turno mañana le dieran las respuestas de la prueba.

Al ingresar a su salón, se unió a su pequeño grupo de amigos.

-Brian, ¿conseguiste las preguntas?.
-No sólo las preguntas,  sino también las respuestas. Ya tenemos ocho de diez. Mas bien memorízatelas rápido que no tarda en llegar la profesora.

 Busco con la mirada a Gino y lo divisó a un rincón con una hoja parecida a la suya. Se acercó con el fin de saludarlo, pero al verlo de cerca pudo darse cuenta que este, se hallaba muy concentrado en lo que estudiaba, fue por eso que no le paso la voz siquiera.
Se sentó a su lado y empezó a retener todo lo que el papel contenía.
Luego de un cuarto de hora, la profesora encargada de la toma de pruebas hizo su entrada y advirtió que el examen estaba a punto de iniciar. Para ese entonces, Pablo ya había logrado grabar completamente la hoja de las respuestas.

Mientras la profesora iba entregando las pruebas, se podía observar algunos rostros que lucían preocupados, inclusive de personas que habían dado un buen repaso a sus separatas. En el caso de Pablo era todo lo contrario, sabía que su “método de aprendizaje” daba resultados, ya que en los parciales había usado la misma metodología y había obtenido notas muy altas.


El tiempo de duración del examen era de 60 minutos, muchos acabaron en la mitad del tiempo establecido y se reunieron afuera del aula para comentar si las respuestas habían sido las mismas para todos.  Para Pablo, Gino, Bryan y Jerson todo estaba dicho,  las preguntas fueron aquellas que minutos antes habían memorizado, así que no había nada en que preocuparse. Se despidieron de sus compañeros y se dirigieron rumbo al paradero, donde esperaría cada uno su respectivo micro.
 Gino  a diario contaba su clásico chiste del día, ese que le hacía merecedor de un “lapo” por parte de los demás, pero que al fin de cuentas terminaba haciendo reír al grupo, pero no por ser gracioso, sino por la forma estúpida de contarlo.
Todos se burlaban de Gino a excepción de Pablo, había llegado la hora de las nubes, ese lapso de tiempo que conversar con Pablo era como si le hablaras a las paredes de tu habitación. ¿En qué andaba su mente de Pablo? No era necesario ser adivino para saberlo. Todos ellos conocían ya la historia de Camila e inclusive la constante pesadilla que no lo dejaba en paz.
A todo esto, los amigos de Pablo le habían dicho que  lo mejor era olvidarla, ya que lo más probable era que ella ya lo haya puesto en su pasado y esté viviendo una nueva vida sin él.
Pero ahí seguía ese sueño, que él lo había interpretado como una espera de por vida, la esperanza de algún día volver con su amada seguía perenne y más viva que nunca, a pesar que no pasara de ser una simple y tonta quimera.
“En mis sueños la esperaba sentado, sin moverme, en la realidad ocurrirá igual; no en vano esto me persigue, es como si Camila me mandara señales”, les había dicho a sus amigos.

Para qué ponerle más velas al muerto, se decían Gino y Jerson, si él quiere hacerlo es su problema, nosotros ya le aconsejamos, pero él quiere seguir en eso.

La línea de bus que Bryan y Pablo tomaban era la misma, y Bryan aprovechaba esto para seguir aconsejándo a su compañero, pero este le hacía oídos sordos o cambiaba de tema. Al darse por vencido “La urraca”, como le decían a Bryan por hablar desmedidamente, terminaba por seguir la otra conversación originada por Pablo.

El micro lo dejaba a  Pablo a unas cuantas cuadras de su casa. Cuando se dirigía, sintió que alguien lo llamaba.

-¡Hey Pablo!

Volteó a ver de quien se trataba y le tomó unos segundos reconocerlo.

-No me digas que no te acuerdas de mí. Soy Luis, tu ex vecino.
-Hola ¿Cómo has estado? Fíjate que estoy en la última semana de mis exámenes y ando un poco volado. Fue por eso que no te reconocí a primera vista.
-No hay problema. ¿Cómo has estado?


Luis Zambrano, ex vecino de Pablo y fue él quien le presentó a Camila en una fiesta.
No tenían una gran amistad, pero solían andar juntos de vez en cuando, antes que Pablo estuviera en planes con Camila, claro está.
Luis jamás le había comentado acerca de un posible sentimiento de atracción hacia Camila, pero en el tiempo que Pablo logró que se convirtiera en su enamorada, ella le comentó que tiempo atrás Luis le había confesado su amor.
Luego Pablo dejo de andar con Luis y pasaba todo el tiempo  que le fuera posible con Camila.
El distanciamiento entre ellos se hizo notar.
A los pocos días  Luis se mudó a otra zona, sin despedirse de nadie, pero en realidad a muy pocos les afectó su partida.


-Pues muy bien, ingresé a la universidad y ya dentro de 2 días salgo de vacaciones…
-¡Ah fíjate!. ¿Qué estudias?
-Comunicaciones en la San Palomino.
-Ahhhh. ¿Es nueva no? Jamás he oído hablar de esa universidad.
-Sí, tiene pocos años, pero ya pues, se hace lo que se puede.
-Oye dejando a un lado los estudios. Ayer conversé con Camila. Hace poco me enteré que se fue a estudiar a Rusia y la llamé.


El tema que más le costaba abordar a Pablo estaba a punto de ser tocado, talvez le hubiese mandado un mensaje y eso sería el motivo de la visita de Luis. Sí, eso debe ser, pensó; y se animó un poco.


-¿Ah, sí? ¿Y de qué hablaron?
-De todo un poco. ¿Cómo le estaba yendo? ¿Si pensaba pasar sus vacaciones aquí?
-¿Y qué fue lo que te dijo?

Pablo veía venir la respuesta, Camila volvería a Perú con el pretexto de pasar las vacaciones con su familia y lo terminaría viendo a él. Eso debía ser.


-Pues que le estaba yendo genial, como nunca antes imaginó. Y qué para vacaciones, aprovecharía en adelantar algunos cursos.

El entusiasmo interno de Pablo se desmoronó, pero que más daba, el conocer que Camila andaba bien le llenaba de cierta alegría y eso era suficiente para él.

-Pues me alegro mucho. Tal como esperaba, no siempre ha sido tan dedicada a sus estudios, pero tampoco los ha descuidado en ningún momento.
-Sí, yo también lo suponía. ¿Oye, y que pasó con ella? ¿Cómo así terminaron?
-Es una historia larga, hasta se podría decir que aburrida.
-Seguro sales con otra chica ahora..
-No, también me dedico a mis estudios, al igual que ella. No le doy mucho tiempo a esos temas, prefiero dejarlos para después.
-Pero para todo hay tiempo.Inclusive Camila anda bien en sus estudios y lleva saliendo con un chico por ya casi 3 meses.


La granada explotó. Pablo sabía que la llevaba en su mano y sin seguro por ya buen tiempo, pero no quería arrojarla.


La noticia fue de un impacto mortal. Quiso alejarse de allí y dejarlo a Luis hablando solo, pero no podía manifestar la tristeza que albergaba su corazón a esa persona que vino con la intención de hacerle sucumbir ante esta.

-!Anda! Ni enterado estaba.
-Que raro, ¿acaso no te comunicas con ella?
-No mucho, no tengo tiempo. Más bien tengo unos trabajos pendientes y creo que ya es hora  de irme.
-Ok. Oye pero juegate tu número para conversar un día de estos y ver que hacemos para fin de ciclo.
-Claro te doy mi fono.

Pablo le dio un número falso y se marchó.

lunes, 28 de marzo de 2011

Una mala jugada... (Parte II)

No todos los grandes amores tienen grandes finales.



Caminaba deprisa, sabía que iba con diez minutos de retraso y no quería imaginar la posible cara de enfado que ella pondría debido a esto.
 Tocó el timbre de la única casa azul de la cuadra. El rostro más que conocido, que lo recibía a diario con el clásico “Hola” de forma hostil, le abrió la puerta.
-Buen día Sr. Sosa, Podría informarle a Camila que acabo de llegar.
-Esta bien. Pasa y toma asiento.- Respondía el padre de Camila con un tono frívolo-

No era novedad. Por más tarde que Pablo llegara siempre terminaba esperándola. Parecía como si Camila luego de haber oído de su llegada recién empezara  acicalarse. Pero de todos modos esto no le incomodaba a Pablo en lo más mínimo.
Luego de  varios minutos de espera, Pablo divisó la silueta de su amada que descendía por las escaleras. Lucía un jumper gris que hacía juego con el color de sus ojos y unas sandalias playeras que iban acorde con el clima veraniego. Su larga cabellera rubia platinada iba sostenida por un collete que se perdía en su melena al ser del mismo tono. En su muñeca derecha se distinguía una pulsera de plata que Pablo alguna vez le hubo regalado.
Al verla tan hermosa y radiante, Pablo sentía que la cotidiana espera valía la pena.

-Hola amor. ¿Llevas mucho esperando? (Camila siempre le hacía esta pregunta, a pesar de conocer de antemano la respuesta)
-Para nada amor, hace un par de minutos que llegué.


Pablo no podía explicarse la cantidad de sensaciones que despertaban en él con solo verla. Las ganas de abrazarla, de atrapar su aroma, de mimarla y robarle una sonrisa parecían renacer  a diario cada vez que se hallaba a su lado.
El hecho de ir a recogerla para  juntos  dirigirse a la universidad, era su parte favorita del día.


 De pronto ambos se acercaron simultáneamente para darse el primer beso del día, el de bienvenida, esos besos que Pablo aún los sentía como si hubieran sido los que originaron el romance.
El ósculo inicio.
Pero a Pablo algo le sabía raro. Sus brazos la tenían abrazando, el beso ya llevaba buen tiempo de originado, sin embargo, Pablo no sentía nada al besarla. Era algo que nunca antes le había sucedido y no sabía el por qué de ese vacío. El ritual y el ambiente eran los de siempre, pero parecía que en esta ocasión de nada servía. Optó por intensificar la fuerza de su abrazo, mas al hacerlo iba sintiéndola cada vez menos. Fue en eso que abrió los ojos y vio como Camila se iba desvaneciendo, al igual que el aroma que desprendía.

La sensación de asombro no le duro mucho porque a los pocos segundos Pablo se dio cuenta de la pesadilla en la que se había envuelto.

No se levantó sobresaltado, ya se había acostumbrado a ese sueño que lo venía persiguiendo por un periodo de 6 meses, tiempo que llevaba Camila fuera del país.
En esa temporada Pablo había ingresado a una universidad particular de poco prestigio, al no sentirse lo suficientemente preparado como para postular a una estatal y todo medio de comunicación con Camila se había perdido, inclusive sus padres se mudaron a una residencial que catalogaban de  estar más a su alcurnia.
Si bien es cierto, Pablo ya se había ambientado a ese sueño que iba tras de él como su propia sombra, pero a menudo se preguntaba el por qué de esa persecución. O es que existía algún tipo de premonición oculta. No lo sabía. Sólo estaban él, su sueño y el sentimiento dirigido hacia Camila que a pesar del tiempo y la distancia aún seguía latente en su corazón.

viernes, 25 de marzo de 2011

Matando memorias... (Parte l)

Gritando me dijiste

Los cuentos de hadas son solo mentiras

Nunca podría ser tu príncipe encantado

Puede ser que no entiendas

Pero desde que me dijiste que me amabas

En mis cielos, las estrellas empezaron a brillar.



Estoy dispuesto a cambiar en

El ángel que amas en los cuentos de hadas

Abriré los brazos de par en par

Y te sostendré en mis alas para protegerte

Debes creer

Creer que seremos como en un cuento de hadas

Y viviremos felices por siempre…

Guang Liang -Tong Hua Cuento de Hadas




Se hallaba acariciando el suelo con sus rodillas implorando por su vida, con alaridos estremecedores y un llanto incesante, sabía que era cuestión de segundos o talvez menos que todo llegara a su fin.
Al mismo tiempo sabía que nadie la oía, no había estrellas en el cielo y eso dificultaría que alguien presencie el crimen que estaba a punto de ocurrir.

La luna que todo lo ve en la oscuridad infinita sería la única testigo, pero esto de que le valía, pensó. ¡Ah sí! También se encontraba él, que la miraba fijamente como si estuviera fotografiándola, con sus ojos enormes y brillantes de los que una vez se hubo enamorado, ahora solo le causaban un miedo que nunca antes había sentido. Ella no sentía pavor a la muerte que se hallaba a unos cuantos pasos suyos, sino a morir a manos de un ser al cuál había amado por tanto tiempo y que por motivos imposibles de revertir los habían terminado alejando, aún sabiendo lo mucho que se amaban. Quién hubiese imaginado que este amor cesaría de esta forma, ella jamás lo hizo.

Aún recordaba detalladamente cada momento juntos, la vez que lo conoció, su forma tan poco común de cortejarla, su primera cita, los detalles que terminaron enamorándola por completo, su primer beso que no llegó mucho después, las salidas interminables por todos los rincones habidos y por haber. Siempre se reían, a diario había una buena excusa para regalarse su mejor sonrisa y si no la inventaban. Él hacía su mejor esfuerzo y con el solo hecho de verla feliz él también lo era, y ella lo sabía muy bien. Se repitieron un millón de veces lo mucho que se amaban y que lo suyo sería interminable, que si existía una vida mas allá de la muerte el sentimiento que los unía no variaría en lo mas mínimo. Muy poco pelearon y si lo hicieron duraba poco el distanciamiento, puesto que uno terminaba cediendo y pidiendo las disculpas del caso, reconociendo haber fallado o muchas veces inculpándose de algo que sabía muy bien que no cometió. En su mayoría fue él quien terminaba doblegándose, ya que la amaba como a nadie y no soportaba el hecho de verla distante o en el peor de los casos sufriendo.

Sus amigos le decían que ella no le convenía, que eran de mundos distintos y le pronosticaban que más temprano que tarde todo terminaría. Que al padre de ella no le gustaba para nada esa relación y que pensaba mandarla a estudiar al extranjero para separarlos. Ella no aceptaría, pero él no dejaría que haga eso. El amor lo tenía un poco ciego, pero no tanto como para no poder ver que él no era el mejor partido para una chica como la que tenía como enamorada. Era cierto sus mundos eran un poco distintos, una familia acomodada, un futuro brillante, la belleza necesaria para relacionarse con las personas que ella desee y más. Nada comparado con la realidad de él, un chico de clase media, un futuro incierto, y ser sociable no era algo que predicase. Cuando ella le comunicó lo dicho por su padre, él ya estaba preparado, sabía que una noticia así en cualquier momento llegaría y que ese sería el momento para olvidarse de todo, sabiendo muy bien que no lo lograría. Le preguntó que había decidido ella, a esto le respondió que él era lo único que realmente le importaba, que podía estudiar en cualquier universidad del país con tal que la distancia no sea un factor que afecte su relación. Él lamentó lo que oía, hubiese sido mejor que ella hubiese decidido terminar con todo. Ahora sería él quién tendría que hacerlo. No podía ser egoísta, pensó, si realmente la amaba debería querer lo mejor para ella. Y sabía muy bien que en ese momento él no lo era, talvez más adelante pero por ahora no. Ella se acercó para abrazarlo, pero él empezó a caminar como alejándose, sintió ganas de darle una respuesta a lo que ella le había dicho, pero sintió que las palabras no salían o, si lo hacían no emitían sonido alguno. La miró por última vez para luego darle la espalda, y cuando pudo recuperar su voz solo le dijo que si ella no lo hacía él sí. Que lo mejor era darse un tiempo, que evaluará mejor la propuesta que su padre le planteaba, que si a él le llegará un ofrecimiento parecido sin duda alguna la tomaría, que aprovechara la oportunidad que tenía, que allá conocería a otras personas y terminaría por olvidarlo fácilmente. Todo lo que decía le dolía increíblemente en el alma, cada letra raspaba su garganta como intentando que pare ya de hablar, pero sabía que debía continuar a pesar del martirio que esto le significaba. Unas cuantas cosas más y ella empezó a llorar, él la oyó y tuvo unas ganas enormes de voltear a consolarla y decirle que todo lo que había dicho había sido mentira, que lo que más deseaba en su vida era que no se vaya y que siguieran juntos por la eternidad, pero sabía que si lo hacía todo lo dicho anteriormente sería en vano. Fue por eso que se aguanto, nunca antes había escuchado su llanto y jamás lo vería porque se hallaba dándole la espalda, pero el solo hecho de oírla era suficiente para preferir morir a estar sintiendo lo que yacía en su corazón en ese momento. Pasaron un par de minutos y él seguía estático, el llanto de ella no hallaba consuelo alguno pero poco a poco empezó a cesar. De pronto sintió un portón cerrarse con fuerza, muestra que ella ya se había marchado. Sintió ganas de correr a buscarla, abrazarla, de siquiera darle un último beso, pero se contuvo consolándose que había hecho lo mejor. Pero esto no fue suficiente para contraer las lágrimas que brotaron segundos después, sabía que ahora sí nada lo consolaría, al igual que nada consoló el llanto de su amada que acababa de marcharse.

Luego de eso no hubo más visitas, no más mensajes de texto y mucho menos llamadas, la conexión entre ellos se perdió por casi un mes. Al cabo de este recibió un mensaje proveniente de ella. En el decía que él tenía razón, que lo había pensado mejor, y que iría a estudiar a Rusia tal como su padre le había propuesto, y que su viaje sería en una semana. La noticia le cayó como un baldazo de agua fría, si bien es cierto él había originado todo eso, mas no esperó que el viaje fuera tan pronto. Se alistó y decidió ir a casa de ella, para verla un momento y conversar, sabía que eran las últimas horas y que debía aprovecharlas al máximo. Cuando llegó a su casa, la madre de ella le abrió la puerta, cuándo le pregunto el paradero de su hija le respondió que había iniciado un viaje de relajación como preparándose a lo que se avecinaba, estudios fuertes. Le dijo que cuando llegaría y le contestó que un día antes que se fuera a Rusia. Se despidió y se marchó, sin rumbo. No sabía a donde ir, sabía que a donde fuera su pensamiento seguiría en ella, es por eso que optó por volver a su casa. La espera empezó a carcomerlo, las noches fueron de un insomnio profanador, el sol no radiaría de igual forma a lo que estaba acostumbrado, y el día seguiría teniendo 24 horas pero las sentiría como el triple o más. Pensó que le diría, ¿Sería bueno decirle que la amaba? Quizás sería mejor que no vaya a despedirla. Si eso es, así será más fácil para ambos, sentenció a si mismo.

Cuando llegó ella de viaje su madre le informó de la visita de Pablo, Camila no se sorprendió del todo, sabía que él la buscaría para tener su última charla. Le mando un mensaje a su celular informándole que ya había retornado de su viaje. Esperó hasta minutos antes de dormir una respuesta, pero esta no llegó. Cuando despertó reviso su celular para ver si había algún mensaje de texto recibido o alguna llamada perdida por parte de él, pero nada. Al día siguiente debía estar a las 5:00 am. en el aeropuerto. Deliberó quedarse en casa toda la tarde por si venía a buscarla, pero las horas iban pasando y él no llegaba. Fue entonces que la noche sí llegó y ella decidió ir a la casa de Pablo. El reloj indicaba que eran las 11 y 35, cuando sus padres la vieron que se disponía a salir, le preguntaron que a dónde iba a esas horas y que ya dentro de un momento debían estar yendo rumbo al aeropuerto, a esto ella respondió que antes de marcharse debía despedirse de alguien. Su padre estaba a punto de ordenarle que se quedara, cuando su madre le dijo que no se demorase mucho.

La distancia no era mucha, él vivía a unas pocas calles de la suya. Pensó que le diría, pero sobretodo el por qué no fue a despedirla.
La noche estaba más opaca que de costumbre, las calles se hallaban vacías, muy pocos autos circulaban a esas horas. Cuando llego a casa de Pablo, tocó la puerta muchas veces, pero nadie salió a abrir. Las luces del interior lucían apagadas. Siguió golpeando la puerta cada vez más fuerte por espacio de 10 minutos, pero esta siguió sin abrirse. Fue entonces que decidió volver a casa, no sin antes pasar por el parque que se hallaba a pocas cuadras de allí, que había sido su lugar favorito por tanto tiempo.

Se consolaba diciéndose “Talvez se halla enterado la hora de mi vuelo y se acerque al aeropuerto a despedirse”. Sabía que habían pocas probabilidades que esto sea cierto, pero así haya sido una remota posibilidad todo era bueno para conservar la esperanza de poder verlo por última vez.

Era un parque pequeño, que albergaba pocos árboles y bancas, muchas veces habían tenido que esperar que se desocupara alguna de estas para poder sentarse y dialogar un rato. Se hallaba algo escondido, para personas que no eran de los vecindarios adyacentes les era muy complicado localizar este lugar. Eso les agradaba porque si bien en las tardes el parque se hallaba repleto de niños que jugaban y parejas amándose, por las noches sobretodo a horas como las que eran, era un lugar solitario que parecía haber sido creado exclusivamente para los dos. Llegó luego de un par de minutos y grande fue su sorpresa cuando lo divisó sentado en la banca favorita de ambos, la más alejada, la que parecía ser excluida de las demás bancas, ellos la llamaban cariñosamente “La banca castigada”. La mirada de Pablo lucía perdida en la nada, parecía hipnotizada por un ser invisible que se postraba en frente suyo. Ella se acercó como para que se diese cuenta de su presencia. Se paró en frente suyo, y él sólo levanto su mirada y la clavo en los ojos de Camila. No era la habitual, de su mirada risueña y contagiante no quedaba rastro alguno. Esperó que dijera algo, pero Pablo se hallaba en un estado que se asemejaba más a un zombie que a un ser humano. Fue entonces que decidió hacer el ademán que se retiraba para así observar su reacción, pero todo siguió igual. Imperaba el silencio y sabía que el tiempo seguía su rumbo, que cada vez quedaban menos minutos para charlar. Recibió la llamada de su padre y le decía que vuelva a casa para poder prepararse para el viaje. Ella le respondió que en 15 minutos volvería y colgó. Lamento que en el lapso de la llamada, Pablo siga en el mismo estado, parecía que nada lo haría entrar en razón. Adolorida y decepcionada decidió marcharse, esta vez si de verdad. Ni bien había dado un par de pasos la voz de Pablo se oyó. No se había movido de su sitio, seguía en su estado de antes solo que ahora emitía sonido.

-Aunque parezca corto el tiempo que hemos pasado juntos, me ha sido suficiente para poder conocerte a plenitud. Sé cuando mientes, y cuando dices una verdad a medias, cuando ríes a júbilos y cuando lo haces por compromiso, cuando realizas algo por agrado y cuando lo haces por presión. También sé notar cuando me escuchas y cuando sólo me oyes, cuando me hablas con el corazón y cuando lo haces por no permanecer callada, cuando me observas a los ojos cuando los miras y cuando sólo los ves, cuando me besas por necesidad y cuando por impulso. Sé cuando callas porque te agrada el silencio o cuando lo haces por no saber que decir. Sé diferenciar tus perdones y disculpas, los “Te extraño” y los “Te necesito”, tus “Te quiero” y los “Te amo”. Conozco muy bien cada uno de tus gestos, cuando estás enojada y cuando finges estarlo, cuando estas sumamente alegre y cuando lo simulas, cuando estas triste y sin embargo tu rostro dibuja una sonrisa para no hacerlo notar. De la misma manera sé cuando necesitas una caricia, un abrazo, un beso, un te quiero, un te amo y cuando necesitas estar sola. He aprendido a querer cada uno de tus defectos y amar tus virtudes.
Sé lo mal que debes sentirte al creer que ya no te amo y que me importa un carajo que será de nosotros, que ni si quiera tengo el valor de despedirme, que ni puedo ni podré luchar por ti, que soy un cobarde, el peor de todos. Pero te podría decir que eso no es verdad, que te sigo amando, y que un amor que creí que había llegado a la cima, hoy toca las estrellas. Que me duele tanto dejarte ir y que creas que no me importa, que…

En ese momento ella se desmoronó levemente, cayó arrodillada frente a él y sus ojos buscaron los suyos, como una necesidad mortal.

Pablo no mostró expresión alguna, y prosiguió con su monólogo.

… tengo que fingir que soy de hierro y nada me toca. Te confesaré que el tener que haberte oído llorar se ha vuelto una de mis más constantes pesadillas, que estos días que han pasado la espera ha sido inmensa, que sabía muy bien que me buscarías para despedirte y que al no encontrarme en casa pasarías por aquí.
Este lugar que fue testigo de tantos besos nuestros, de tantos abrazos apasionados y tantas frases de amor, lucirá tan vacío por las noches luego que abordes tu avión. Aquel árbol en el que no se hallaban nuestros nombres pero sabíamos que se los conocía de memoria, no nos perdonará jamás, al igual que no podré perdonarme el tener que dejarte ir.
Esperaba no dedicarte palabras de despedida, permanecer quieto y mudo como nuestro árbol, pero no pude. Todo lo que acabo de decirte no es con la intención de retenerte, sino es lo último que mi corazón quería decirte y creía imprescindible que lo supieras.

La mirada de Pablo se mostraba fría, ver a su amada ahogada en llanto y puesta a sus pies no mostraba cambio alguno en el estado de él. Sin embargo, Camila no entendía como detrás de tantas cosas bonitas que le decía, su apariencia reflejaba otra cosa, ¿no sería capaz de regalarle si quiera alguna lágrima?

Fue entonces que Pablo se acercó y la abrazó, fue un abrazo muy distinto a todos aquellos que alguna vez se habían dado, las fuerzas de este eran tantas que hasta le hicieron perder la respiración por unos segundos a ella.

El abrazo aún no se había consumado cuando sintió una voz en su oído que le decía: “Lo siento tanto, se que jamás lograré cesar de echarte de menos y es por eso que he decidido tener que mata…”.

Camila retrocedió impulsada por un terror devastador, el timbre de voz de Pablo, lo que acababa de pronunciar, buscó sus ojos para ver si lo que había dicho era cierto y su mirada le respondió afirmativamente. Al igual que Pablo, ella también lo conocía muy bien y sabía cuando mentía y cuando no. De pronto se percató que sus manos se hallaban escondiendo algo ¿era cierto que tenía pensado asesinarla?, jamás lo habría imaginado. Pensó a donde podía huir, pero no halló lugar alguno, su suerte estaba echada. Al fin y al cabo ella también lo amaba y sabía que su vida alejada de él carecería de sentido. ¿Pero ser asesinada por su gran amor?, eso sólo se veía en las novelas y una que otra película.

Pablo se disponía a terminar la frase que había dejado a medias cuando Camila empezó a decir:

-Tu has sido la persona que más he amado en toda mi vida, desde que te conocí supiste robar mi corazón, jamás he querido alejarme de ti, pero fuiste tú quien me impulsó hacerlo.
Sé que mi amor siempre fue correspondido, es por eso que en mí no existió el miedo a amar sin medida, pero ahora si tengo miedo. Miedo a dejar de ver a mis padres, a mis amigos, miedo a dejar de reír, cantar, soñar, respirar, existir , a dejar de amar. Tengo miedo que este sea el fin de todo, que ya no pueda volver a verte, abrazarte, besarte, sentirte. Que nuestro amor culmine aquí y los recuerdos me atormenten a diario. Es por eso que si tú has decidido ponerle fin a todo esto de esa forma la aceptaré.
De todas formas no creo que seas capaz de matarme, porque desde hace mucho que ya lo estoy. Desde el tiempo que nos distanciamos todo ha perdido color y el tener que despertar es algo que preferiría no hacer sino es contigo. Me rehúso a llevar un tipo de vida así, porque el significado de muerte encajaría mejor con lo que estoy lidiando…

Pablo se quebrantó, en pocos segundos igualó o hasta superó las lágrimas de Camila. Parecía como si estuvieran exprimiendo a una nube a punto de llover.

Fue entonces que Pablo le explicó que ella no le había dejado terminar, que él tenía pensado decirle que la mataría pero sería en su memoria, y fue entonces que sacó un diario el cual ella veía por primera vez. Al abrirlo diviso que la primera hoja escrita empezaba un 23 de enero, día que se conocieron y a partir de allí todos los escritos fueron referentes a ella. Algunas fechas resaltaban como el 2 de febrero que fue  su primera cita, el 15 de marzo que aceptó ser su enamorada, entre otras. Camila buscó abrazar a Pablo y este se dejó, buscó sus labios y los encontró, no había espacio para más palabras, dos cuerpos ya conocidos hacían lo que mejor sabían, amarse. Cuando el beso termino luego de Dios sabe cuanto, ambos se miraron nuevamente, los ojos de Pablo volvían a ser los mismos, sabía que de esa forma lo recordaría por siempre. Se levantó y decidió que era tiempo de marcharse.